"Cuando Oswaldo escribió este libro con el nombre de Fábula de Esopo, yo tenía un poco más de un año y él, calculo que treinta tantos, edad que, cosa curiosa, es más o menos la que ahora tengo yo. Hemos germinado rápidamente y diez hombre- carros se estacionan frente a nuestra soledad. No sé por qué siempre he tenido, frente a él - y a su envidiable melena de leyenda de rock - la misma sensación que al atónito lector de esta páginas experimentará frente a los esplendentes personajes que entre ellas habitan no importa cuántos años sigan pasando, ellos serán siempre más jóvenes, malditamente más jóvenes que uno. Y entonces comprenderán hasta que límite de muerte la oscuridad atrae lo luminoso y la belleza puede ser devorada por la paz. Por un momento sospeché que la secreta fuente de la endemoniada juventud era la alegría Ahora, a la luz sordidez, presente, en medio de esta gran hermandad de los traidores que es este país en el que nadie se atreve a tener bandera (primero lo matarán y luego, entre ellos pelearán por su porción de mierda), he logrado entender, por fin, que no. Que ello no es alegría, sino rabia. Es rabia de vivir que, a pesar de la pistola en la sien, de la eterna bota bruta sobre la nuca, termina convirtiéndose siempre en la única forma posible de la esperanza. Han transcurrido más de 30 años y es posible que la generación del 00 (que nunca ha tenido camote por nadie), se declare incapaz de entender que significa pirobearse como Dios manda a una pampera. No importa. Cualquiera que tenga, oculta en el bobo, una hermosa bomba molotov, entenderá. Entenderá que la piedad es una paloma que irremediablemente se pudre en nosotros mismos."