Cubierta blanda.

"Era el invierno más frío en mucho tiempo y Firulata tenía que abrigarse mucho para soportarlo, pero aún así no era suficiente. Debido a ello, Firulata y todos los habitantes del pueblo casi ni salían de sus casas. Ella y su perro Rufino se quedaban en cama, tapados, viendo televisión mientras comían dulces en abundancia. Como no salían por el frío, no hacían compras en el supermercado y para comer solo pedían comida por teléfono: pizzas, hamburguesas, pollos broaster, gaseosas... Con todo lo que comía, Firulata empezó a engordar, pero no fue sino hasta que llegó la invitación para la fiesta de la primavera que la bruja lo notó. Cuando quiso probarse uno de sus vestidos se dio cuenta de que había engordado tanto que no le quedaba ninguno. Firulata compro tres máquinas diferentes que prometían resultados inmediatos para reducir peso. Sin embargo, ninguno funcionó como ella esperaba. Tanta era su desesperación que empezó a hacer hechizos para adelgazar, pero no lograba efectos permanentes. Cuando ya sentía que todo estaba perdido, conoció a Teodora, una bruja nutricionista que la ayudó a recuperar su vida y dieta saludable pero, sobre todo, a aceptarse a sí misma". — sitio web.